1803-1806: Viruela on tour

Vale, somos conscientes de que el título es un poco extraño, pero probablemente si hubiesemos llamado a este post “La Real Expedición Filantrópica de la Vacuna de 1803, también conocida como expedición Balmis”, no creo que estuvieseis leyendo esto ahora mismo, así que vais a tener que dejarnos ser un poco creativas. De todas formas, como imaginamos que no os habrá quedado claro de qué va el asunto con ninguno de los títulos, procedemos:

La viruela fue una de las mayores enemigas de la humanidad durante milenios por todo el mundo. Para que nos entendamos, fue un poco como la canción Despacito: estaba por todas partes y no podías huir de ella. Aunque la viruela era peor que despacito, porque era endémica en todo el mundo (lo que significa que era una constante en la sociedad), mataba a muchísima gente y lo que es más importante: no contaba con la colaboración de Daddy Yankee. Aunque también es verdad que la viruela no tuvo remix de Justin Bieber, así que igual no era tan mala…

Volviendo a lo que nos ocupa: el primer gran avance en la lucha contra la viruela lo trajo Edward Jenner a finales del siglo XVIII. Hasta ese momento, la medida preventiva más utilizada era la variolización, que consistía en introducir por la nariz o dentro de una herida costras pulverizadas o pus de enfermos de viruela. Eso normalmente producía una infección más leve de la viruela, pero se seguía corriendo riesgo de morir.

Y, ¿Qué hizo nuestro amigo Edward para mejorar esa técnica? La sociedad era consciente de que las lecheras se contagiaban de la variante vacuna de la viruela, que era más leve, y quedaban inmunes contra la humana. De esa manera, sustituyendo la viruela humana por la vacuna en la variolización, se reducían riesgos y se conseguía la inmunidad igualmente. Et voilà, ahí tenemos la primera vacuna (sí, la palabra vacuna viene de “vaca”).

Ese espectacular avance no tardó en llegar a España, donde reinaba Carlos IV, quien había perdido a una hija por la viruela. Probablemente vivir la enfermedad tan de cerca facilitó que cuando su médico personal Francisco Javier Balmis le propusiese el proyecto sanitario más ambicioso de la historia hasta la fecha, dijese que sí.

La propuesta de Balmis se basaba en hacer una vacunación masiva contra la viruela en todo el imperio español, que en ese momento incluía latino-américa y filipinas. En ella, se pretendía vacunar a todos los niños que fuese posible y formar a gente local para poder mantener la vacunación en el tiempo.

El Imperio Español (1800-1833)

Hasta ahí todo genial, aunque la verdad es que ya se había intentado algo similar poco antes y se habían encontrado con un “pequeño” problema. Para inocular a la gente era imprescindible tener muestras frescas del virus, y hasta entonces nadie había conseguido transportarlas hasta América. La solución que propuso Balmis fue utilizar reservorios humanos, es decir, llevar gente contagiada con la viruela vacuna constantemente a bordo.

La cuestión es que tenían que estar 100% seguros de que esos reservorios no habían pasado ningún tipo de viruela con anterioridad. ¿Quiénes son esos? Exacto, niños y niñas. En noviembre de 1803 la expedición Balmis zarpó hacia las islas canarias con 22 niños huérfanos de entre 3 y 9 años a bordo, los que ahora se conocen como los “niños vacuníferos”.

«Niños, niños, futuro, futuro»

La expedición terminó en 1806 en Lisboa y fue un éxito rotundo. Se vacunó a aproximadamente 250.000 niños y niñas en Latinoamérica, Filipinas, varias islas e incluso se llevó la nueva técnica de vacunación a China. Se organizaron sistemas locales de vacunación que sin duda salvaron millones de vidas en los años posteriores. La expedición Balmis es considerada la primera expedición sanitaria de carácter mundial y el primer programa de vacunación masiva de la historia. Y así, todos vivieron felices y comieron perdices.

♥Fin♥

Ah, igual ahora os estáis preguntando la ética de todo ese asunto de llevarse huérfanos en una expedición mundial sin ser capaces de dar su consentimiento para ser utilizados como sacos de virus. Sí, ese detallito igual no estuvo muy allá.

«Lamento haberte molestado con mi atención a los detalles«

No hay muchos datos sobre el paradero de esos pobres niños, pero una monografía de la Asociación Española de Pediatría dice que ninguno de ellos volvió a La Coruña. Se les hicieron promesas al sumarse a la expedición, pero parece que al dejar de ser útiles se perdieron en la historia como muchos otros huérfanos antes y después que ellos.

Además, esos primeros 22 sirvieron para llevar el virus vivo hasta América, pero después se necesitaron más niños, que se fueron “recogiendo” por el camino. En algunos casos se siguieron los “parámetros” utilizados para seleccionar a los primeros 22, pero en otros casos se utilizaron esclavos y se compraron niños a sus padres sin recursos.

No comment.

Como en muchos otros casos de la historia de la humanidad y la ciencia, es cierto que se realizó una hazaña impresionante e impensable hasta ese momento. De todas formas, es importante mantener viva la lucha eterna de la ciencia entre el progreso y la regulación ética y moral. Aunque a muchos científicos el comité de ética nos pueda parecer una lata y burocracia pura, al final están ahí para evitar dolor y crueldad innecesarios. Este tipo de decisiones no pueden quedar en manos de la visión del mundo que tengamos cada uno.

Por cierto, un último dato curioso en esta historia con luces y sombras: la rectora de la casa de expósitos de La Coruña se encargó del cuidado de los niños durante todo el trayecto, incluyó a su propio hijo adoptivo en el proyecto y posteriormente fue considerada por la Organización Mundial de la Salud como “la primera enfermera de la historia en misión internacional”. Probablemente os suene su nombre: Isabel Zendal.

Sí, esa Isabel Zendal. Ya si ese nombre os trae buenos o malos pensamientos, yo no me meto.

Hasta la próxima.

Referencias: 

  1. i Perigüell, E. B., & Añón, R. B. (2003). En el nombre de los niños: La Real Expedición Filantrópica de la Vacuna (1803-1806). Asociación Española de Pediatría.
  2. Lombard, M., Pastoret, P. P., & Moulin, A. M. (2007). A brief history of vaccines and vaccination. Revue Scientifique et Technique-Office International des Epizooties, 26(1), 29-48.

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